Sigues los pasos de Eva, que estira de tu levemente sudada mano a causa de los nervios, en parte por hacer algo prohibido, y por otra por el hecho de que era la chica que te había gustado quien te estaba llevando a saber donde. Tu mente divaga pensando en todos los posibles escenarios en que podrías encontrarte, cuando ella se detiene en seco y se gira hacia ti pillándote totalmente por sorpresa. Tus ojos se centran en los suyos, te percatas de su sonrisa pícara mientras se acerca cada vez más a ti hasta que tu espalda choca con las piedras de la pared. En ese momento, una de las piedras de tamaño mediano cae al suelo sobresaltando a ambos. Cuando el polvo originado por el pequeño derrumbe se disipa, descubrís que se ha originado un hueco en la pared, dentro del cual se haya una piedra circular extraña con una runas grabadas, poco mas pequeña que tu mano. Cuando la coges, observas que en el centro tiene una parte circular que gira dentro de la misma piedra.
- ¿Qué es eso? - Eva mira con curiosidad la piedra cada vez más de cerca.
- No lo se, debieron tallarla los aborígenes que habitaban estas cuevas. Quizás tu madre podría examinarla.
- ¿Estás loco? ¿Sabes la bronca que me echaría si se entera que he cogido algo de la cueva?
- Pues yo estaba pensando que sería un buen souvenir, después de todo quien lo encuentra se lo queda, ¿no? - Dices al tiempo que lo guardas en tu mochila.
- Vale, yo no quiero saber nada.
Ahora tocaba volver con el grupo y hacer como si no hubiese pasado nada, pero por dentro no dejabas de preguntarte qué pretendía Eva cuando se abalanzó sobre ti. ¿Realmente quería besarte, o era sólo una especie de juego para ver cómo reaccionabas? Tanto tu padre como la madre de ella os buscaban con la mirada entre todos los visitantes de la cueva cuando llegáis hasta ellos desde atrás.
-¿Donde os habíais metido? - Tu padre te mira con cierto recelo.
- Se me había caído mi colgante un poco más atrás, y Carlos me ha ayudado a encontrarlo. - Eva fue más rápida en responder.
-¿Y lo habéis encontrado?
-Si, aquí está. - Tocándose el colgante que llevaba en el cuello.
El resto de la visita guiada transcurrió con miradas de complicidad entre Eva y tu, mientras fingíais estar atentos a las historias que iba contando la guía. La que para ti era una inmejorable compañía hizo que te pareciera el día más corto de las vacaciones.
Aquella noche de nuevo Morfeo tendría una ardua tarea que llevar a cabo contigo, pues en tu mente no paraban de agolparse los pensamientos acerca de tu nueva amiga. En tus manos sostienes de nuevo la piedra tallada con runas que constantemente te recuerda el momento en la cueva. Poco a poco tu ojos se van cerrando, y el sueño al fin logra vencerte.