Capítulo 1: DUALIDAD

CONOCEREMOS LA VIDA DEL PERSONAJE PRICIPAL Y LAS SITUACIONES QUE VIVIRA PARA DARLE INICIO A SU HISTORIA


Olimpo

En el Olimpo, donde los dioses tejían sus destinos entre las nubes y las estrellas, Rebeca, la diosa de la aurora, y Salvador, el señor de las sombras, se encontraron en un rincón secreto del universo. Sus corazones ardieron con un amor prohibido, un fuego que desafiaba las leyes divinas. De esa unión nació César, un ser único, cuyos ojos reflejaban tanto la luz celestial como la oscuridad de los abismos.

César creció en los jardines del Olimpo, donde las flores de loto florecían bajo la mirada atenta de las ninfas. Pero no todos celebraron su llegada. Los hijos de los dioses, criaturas de pureza inmaculada, lo miraron con desdén. Le llamaron “abominación”, “hijo de la discordia” y “un error en la creación”. Sus palabras crueles se clavaron en el corazón de César como espinas venenosas.

Rebeca, su madre, lo protegió con ternura. Sus cabellos dorados como el amanecer acariciaban el rostro de César mientras le susurraba historias de valentía y esperanza. “Eres un puente entre mundos”, le decía. “Tu dualidad es tu mayor fortaleza. No te avergüences de lo que eres”.

César se sienta en el borde de su cama, mirando a Rebeca con ojos llenos de dudas. La luz del amanecer tiñe la habitación.

**César:** “Mami, no me gusta la escuela. Todos me miran feo y nos insultan. ¿Por qué soy diferente, madre? ¿Por qué no puedo ser como los demás?”

**Rebeca:** “Hijo, ellos no saben lo que dicen. Siguen los pensamientos y el miedo de los demás hacia lo diferente. Pero tú… tú eres especial. Tu sangre es un puente entre mundos. La dualidad es tu don, no una maldición”.

**César:** “Pero me llaman ‘abominación’.”

**Rebeca:** “Sus corazones son ciegos. No entienden que la diversidad es lo que enriquece el mundo. Ven, acércate”.

(Rebeca acaricia y besa la cabeza de César.)

**Rebeca:** “No te preocupes, hijo. Ignóralos. No saben lo que dicen. Ve a la escuela y más tarde nos vemos aquí en casa. Te prepararé algo especial, ¿sí?”

**César:** “Está bien, mami. Iré a la escuela y ignoraré los insultos”.

(César sale de casa y se dirige a la escuela, caminando por los senderos del Olimpo hacia el edificio escolar. Los árboles susurran secretos antiguos, y el viento acaricia su piel, pero él apenas lo nota. Al entrar al edificio, las miradas de los otros estudiantes lo siguen. Siente el peso de sus ojos, las risas burlonas y las palabras hirientes que susurran a su paso.)

(Cuando llega al salón de clases, los murmullos aumentan. Un grupo de chicos nuevos se le acerca con desdén, liderados por uno de ellos que sonríe con malicia.)

**Chico líder:** “Mira quién llegó. El famoso hijo de la discordia. ¿Qué se siente ser el error de los dioses?”

(Los otros chicos ríen, y César, con la cabeza baja, siente como si las palabras se clavaran en su pecho como espinas. Intenta ignorarlos, pero las risas se quedan resonando en su mente.)

**César:** (en voz baja) “No soy... un error…”

(Su voz apenas es un susurro, perdido entre las burlas. El líder del grupo se inclina hacia él, invadiendo su espacio personal con aire de superioridad.)

**Chico líder:** “¿Qué dijiste? No te oí. Habla más fuerte, monstruo.”

(César no responde. Sus manos tiemblan ligeramente, y la presión en su pecho crece. Todo lo que quiere es desaparecer. Los chicos se alejan con risas satisfechas, dejándolo solo en su silencio. De repente, la puerta del aula se abre, y la maestra entra con pasos firmes, imponiendo un silencio inmediato en el aula.)

(Todos los estudiantes toman asiento de inmediato, el ambiente tenso se disuelve momentáneamente bajo la mirada fría y calculadora de la maestra.)

**Maestra:** “Buenos días, chicos. En la clase de hoy aprenderemos a invocar nuestro poder interno, el que nos concede la sangre divina que corre por nuestras venas. No espero que se comporten como niños. Esta es una lección seria, y los que no estén dispuestos a participar pueden irse.”

(Con un tono monótono y una mirada que no deja espacio para dudas, la maestra comienza a caminar por el aula, observando a los estudiantes con desapego. César siente un escalofrío al ver su expresión impasible. No hay calidez, ni ánimo; solo una fría expectativa.)

**Maestra:** “La mayoría de ustedes invocará luz, reflejando su linaje divino. Pero hay uno aquí que es diferente: César. Él lleva tanto la luz como la sombra en su interior, lo que lo convierte en una aberración.”

(Los estudiantes intercambian miradas, algunos con curiosidad y otros con desprecio. El tono de la maestra resuena en el aula, dejando a César aún más aislado. Sus palabras son un recordatorio cruel de su diferencia, y la presión en su pecho se intensifica.)

**Maestra:** “Los que son puros no tienen excusas. Ustedes son afortunados. Aprendan de su poder y no se distraigan con lo que no entienden. César, si decides participar, asegúrate de demostrar que puedes controlar lo que llevas dentro.”

(César siente que la presión lo aplasta. La maestra se aleja, y él se queda en su lugar, luchando por encontrar su voz, sabiendo que en este momento, su dualidad lo hace el blanco de todas las miradas.)

Continuar
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