La vida no es justa y nunca lo será...
Había pasado bastante tiempo desde que recibisteis visitas pero eso era la noticia que tu doctor te había dejado antes de irse hacer su trabajo
Estabas algo nervioso pensando en quien sería aquella persona que te visitaría tras mucho tiempo pero en ese momento justo cuando viste entrar por la puerta a la doctora pudiste ver que le acompañaba una mujer de pelo negro y piel tersa tan llamativa juntos a aquel color de ojos que te vieron nacer, esa mujer era tu madre
Quedaste atónico ante la tan rara visita de tú madre, quien te abandonó a tu suerte cuando más le necesitabas... En ese momento tu pecho se vio ahogado por miles de sentimientos que florecieron de repente, tantos que no podías respirar bien...Ira, enojo, Miedo,Amor,Tristeza...Entre otros que casi no podías describir
-Bien... Shunka en unas horas vendrá el doctor, no te esfuerces mucho. estarás con tú madre unas horas y luego iremos a realizar los exámenes rutinarios- Dijo la Doctora y luego se retiro de la habitación cerrando la puerta
Tu madre te miraba con aquella mirada tan inexpresiva como siempre, tal como también lo hizo al abandonarte a tu suerte en ese cuarto de hospital sin venir durante años ni a ver como estabas
Ella comenzó a caminar de un lado a otro lentamente evitando entablar alguna conversación pero no podías dejar de pensar que por alguna razón tras tanto tiempo había regresado de esa manera tan abrupta
-¿A qué has venido? ah pasado mucho tiempo desde la última vez- Dijiste manteniendo tus sentimientos mientras la mirabas fijamente
-Bueno... El Doctor me comentó tú estado por lo cual he venido... Ya sabes no puedo dar mala imagen a pesar de lo muy poco que me importa- Dijo tu madre con algo de resentimiento
Como temías ella simplemente había venido para mantener su imagen pública por lo que realmente no le volviste a importar un bledo, de seguro si pudiera ya se habría buscado alguna manera de hacer que desaparecieras
Tú rostros se puso sombrío ante la clara aclaración por parte de tú madre y golpeaste con tú puño derecho la cama pero tus fuerzas eran realmente escasas como para generar algún ruido...
Estabas débil realmente por tú enfermedad pero aún no te rendías, lo que demostraba tú gran convicción por querer vivir