Te encuentras en un lugar extraño que te deparara el destino...?
-¿Donde estoy?, Es lo primero que se me viene a la mente. Mis pensamientos divagan y trato de reflexionar. Lo último que recuerdo era estar con mis hermanas de vacaciones en Japón. En un momento dado, luego de salir de un minimarket bajo una fuerte lluvia, al cruzar la calle para dirigirme al hotel acompañado de mi hermana mayor, una camioneta aparece a gran velocidad. Solo me da tiempo a empujar a mi hermana lejos del trayecto de colisión con nosotros y observar cómo sobre el parachoques del vehículo ya había el cuerpo de un hombre obeso. Luego, todo se obscurece...
Creo que estoy muerto. En el instante que caigo en esa certeza, un pánico comienza a apoderarse de mí. Pero justo en el momento en que iba a sucumbir en la desesperación, escucho una voz que no ubicaba. Hasta que al mirar a mi alrededor, diviso a pocos metros a un personaje muy peculiar, un ser de forma humana completamente blanco, sin ninguna facción visible, pero que me inspiraba seguridad, aunque de una manera un tanto extraña. Esto me hizo tranquilizarme un poco, ya que mi alrededor parecía una enorme NADA de una brillantez agobiante. Antes de siquiera poder analizar todo lo que pasaba por mi mente, el ser me habla.
-No es por ser mal anfitrión, joven, pero ¿quién eres? ¿Y qué haces aquí? - me interroga el ser, dejándome perplejo, ya que supuse que él sería quien respondiera mis dudas. -M-Mi nombre es David, y la verdad no estoy seguro, Sr... - le respondo con cierto temor.
-Hitogami o Dios Humano, un placer, David - el ser o Hitogami, mejor dicho (aunque mucha pinta de Dios no tiene), me hace una pequeña reverencia. Aprovecho la ocasión para preguntarle -Disculpe, Sr. Hitogami, ¿pero qué es esto? - digo señalando a mi alrededor. -Y por su pregunta, deduzco que usted no me trajo.
A lo que Hitogami, con una sonrisa un tanto rara, me dice -Pues este es mi hogar, David, y tienes razón, no te traje, y tampoco puedo entender qué eres, aparte de lo evidente, claro está, jajaja - suelta una fuerte carcajada. -Pero eso no importa ahora. Creo que me hago una idea de qué está pasando aquí. Estoy casi seguro de que moriste, ¿no es cierto? - asiento con la cabeza. -Pues entonces, esto es lo que se conoce como una reencarnación, y una extremadamente peculiar, porque, como ya dije, soy el Dios Humano, y tú no eres parte de la humanidad que conozco.
Su conclusión me deja con muchas preguntas, pero en el momento en que lo iba a acribillar con estas, me dice -Lamento decirte que no te queda mucho tiempo aquí. La fuerza que te trajo ya te está buscando, pero hay algo muy raro, porque creo que no viniste solo - con una amplia sonrisa me "ve", aunque no distingo sus ojos. -Esta conversación no ha terminado, David. Espero encontrarnos pronto. Creo que podríamos sacar provecho mutuo de esta casualidad. Adiós - antes de poder decir una palabra, todo se oscurece...
El encuentro con Hitogami había dejado más interrogantes en mi mente. ¿Dónde estaba realmente? ¿Qué significaba esa reencarnación peculiar de la que me hablaba? Y sobre todo, ¿qué significaba que no hubiera llegado solo? Las palabras de Hitogami resonaban en mi cabeza mientras la oscuridad se desvanecía, y me encontraba en un nuevo escenario desconocido.