En las profundidades insondables de las Montañas Sombrías, Mordock, el señor indiscutible de las sombras, se alza en su guarida como un coloso oscuro rodeado por un séquito de seguidores nigromantes. El aire está cargado con la energía oscura que emana de sus almas afines, mientras las llamas verdosas de antorchas místicas arden en las esquinas, proyectando sombras danzantes sobre las paredes de piedra rugosa.
Mordock, con su capa oscura ondeando en la brisa siniestra, observa con ojos penetrantes a sus leales hechiceros, cuyos rostros reflejan una mezcla de temor y devoción. A su alrededor, las sombras se contorsionan en silenciosa obediencia, listas para llevar a cabo las voluntades impías de su maestro. En la penumbra de la guarida en la montaña, los murmullos de conjuros prohibidos y la fragancia acre de pociones malditas llenan el aire, recordando a todos la magnitud de la oscuridad que se arremolina en su reino.
En la oscura soledad de mi guarida en las Montañas Sombrías, me sumerjo en los antiguos pergaminos que reposan sobre mi mesa de obsidiana. Mis ojos escrutan las páginas amarillentas y llenas de runas, desentrañando los secretos de oscuros rituales que han permanecido ocultos durante siglos. Mi corazón late con una determinación férrea mientras trazo los círculos de invocación y entono las palabras prohibidas que reverberan en la penumbra.
El propósito de mi plan se revela lentamente ante mí, iluminado por la parpadeante llama de las velas nigrománticas. Despertaré a un ejército de muertos, una legión que se alzará de sus tumbas para hacer mi voluntad sin cuestionamientos. Los intrincados símbolos y conjuros descritos en los pergaminos revelan la manera de romper el frágil velo entre la vida y la muerte, convocando a las almas olvidadas para servir en mi causa.
Con cada trazo cuidadoso y cada invocación poderosa, la oscuridad a mi alrededor se intensifica, palpable y expectante. Planifico meticulosamente la obtención de los componentes necesarios, los corazones de los valientes y los huesos de los caídos, que se convertirán en los pilares de mi ejército de pesadilla. Mientras la energía oscura se agita en la habitación, sé que mi plan, una vez consumado, envolverá a Aetheria en un reinado de terror y desesperación que solo yo podré controlar.