Llegada a la Casa

El viaje en coche se estaba haciendo eterno, aunque la lluvia lo hacía más ameno. Hace años ya le dijiste a tu hermana que irse a vivir lejos de todo no era muy buena idea, ya que si algún día la necesitabas, debería recorrer una gran distancia hasta llegar a tu casa. Pero ella, insistente como siempre, no hizo ni caso. Decía que le encantaba la naturaleza, y que quería alejarse del bullicio de la ciudad... y al final lo hizo. A pesar de eso, los últimos años no habéis perdido el contacto, ya que el lazo que habéis tenido siempre se mantenía fuerte. Aunque eso no quitaba que la echases mucho de menos. Al fin y al cabo es tu hermana, y aunque tengáis vidas diferentes, ambos recordáis la de veces que salíais al cine, a restaurantes, o simplemente a dar un paseo y contaros el día.

Mientras tu mente estaba ahondando en estos recuerdos, el GPS avisó de que en unos minutos llegarías al destino. Habías decidido venir a ver a tu hermana Sara ya que llevaba días que no contestaba a las llamadas ni a los mensajes del teléfono. Quizás ha tenido problemas, pero si te pones a pensar, 6 días es bastante tiempo para buscar alguna manera de contactar con tu queridísimo hermano... ¿verdad?

Al llegar a la casa, decides aparcar el coche cerca de la entrada, para que así no moleste a los transeúntes que puedan estar pasando por la zona. Al acercarte al porche principal, un escalofrío te recorre la espalda... La casa estaba en un estado deplorable, como si llevara mucho tiempo abandonada y dejada, pero lo que era más extraño, es que la puerta estaba entreabierta. En este preciso momento, un terrible pensamiento vino a tu mente... ¿Y si realmente le había sucedido algo grave a tu hermana? Es posible que hubiese alguien dentro que le hubiera hecho daño, así que entrar por la puerta principal podría ser peligroso... Por otro lado, podrías dar una vuelta alrededor del jardín, observar si quizás hay una entrada trasera o algún lugar más discreto por el que entrar en la casa...